lunes, 29 de julio de 2013

Fomentando buenas costumbres al sentarse a comer a la mesa... y no estoy hablando de modales.

Desde que tengo uso de razón, en la casa de mis papás siempre habíamos comido el desayuno cada quien por su lado y el almuerzo y la cena era, sin fallar, en la sala de la casa, todos juntos "muy unidos como familia"... viendo las novelas.

 No comíamos juntos en el mismo lugar porque eramos una familia unida, no, sino porque la sala era el único lugar de la casa donde había televisión y nos gustaba ver programas mientras comíamos, y como mi mamá es una adicta a las telenovelas jamás íbamos a ver otro programa que no fuera ése a la hora de comer el almuerzo o la cena, donde "las mejores telenovelas" son puestas al aire. Mis hermanos y yo crecimos con esa costumbre. Hasta podría decir que prácticamente fuimos "criados por las telenovelas", ya que muchas cosas de la vida, buenas y malas, las aprendimos de allí y no de nuestros padres, los cuales nunca nos hablaron de nada. Incluso, creo que hasta aprovechaban esos "momentos de enseñanza" de las telenovelas como excusa para recalcarnos ciertas cosas de la vida que ellos querían decirnos pero que no tenían el suficiente valor de enseñárnoslas sin apenarse, y ya que lo mencionaban en la novela ellos nos lo repetían. Podrían pensar que por decir esto estoy insinuando de que las telenovelas tienen por lo menos algo bueno... pero no, creo que yo estaría mejor si no hubiera metido tanta basura en mi mente todos esos años. Aqui les pongo un link sobre una pregunta hecha en Yahoo Respuestas y me sorprende las respuestas de las personas porque no se dan cuenta de que no hay nada bueno en ellas: ¿Ventajas y desventajas de las novelas?.

He leído y escuchado decir a los actores y los productores que las telenovelas promueven los valores y hasta unen a las familias, ha ha ha ha ha ha, perdón, ellos tienen razón, ¡yo soy testigo!. Esa es la cultura en la que me crié, pero deberían ser mas honestos, esa "enseñanza y unión" de la que hablan debería ser mejor explicada... y tomemos en cuenta que quienes lo dicen son los que se benefician de ellas muy bien económicamente. ¿Por qué estoy tomando tanto espacio en este post de "Comer en familia" para hablar de las novelas?, Porque los latinos tenemos muy arraigada esa mala costumbre de reunirnos en familia para ver telenovelas. Cambiamos el valioso escenario de la mesa del comedor para criar a nuestros hijos en la luz y la verdad por la sala y el televisor, y dejamos que el programa que vemos sea el que hable, allí no hay interacción, solo hay uno que gobierna.
El momento de comer el desayuno, almuerzo o\y cena es uno de los momentos mas importantes durante el día para la familia. Yo lo considero un momento sagrado que muchas veces se desperdicia. Momentos desperdiciados que nunca volverán por culpa de una telenovela, por culpa de un juego de football o cualquier cosa sin valor eterno.

Cuando me bauticé fue muy difícil para mi cambiar ese hábito de ir a la sala con mi plato y sentarme en el sillón a ver la telenovela como todos los demás. Al bautizarme y comprender que las telenovelas no eran algo con lo que la iglesia no congenia muy bien, decidí ir a comer al cuarto donde dormía para no ver la novela, pero me enfrenté con el problema de que mis papás empezaban a enojarse y preguntarme por qué estaba como tonta aislada y encerrada en la habitación. Muchas veces me vi disimulando tratando de leer los manuales de la iglesia en la sala, comiendo y luchando por dentro para no escuchar ni oir las telenovelas.
 Con los años mis hermanos se bautizaron y ellos también empezaron a escabullirse de la sala a la hora de comer hasta que mis padres se resignaron a la idea de que ¡la Iglesia mormona había "separado a la familia"!. Ahora nuestra nueva costumbre era que cada hijo estaba esparcido por toda la casa con su plato de comida y mis padres en la sala viendo la novela.

Cuando me casé con Josh era muy raro para mi sentarme a la mesa a comer con él. Yo no conocía esa "extraña costumbre". Creo que cuando yo era jovencita y vivía en la casa de mis padres lo llegamos a hacer unas cuantas semanas porque por fin tuvimos un comedor donde cabía una familia de 6 hijos y alquilamos una casa con suficiente espacio donde no teníamos que arrinconar a la pared las sillas junto con el comedor y teníamos una cocina suficientemente espaciosa donde poner los electrodomésticos y la alacena y dejar la mesa libre de ellos para usarla para lo que es, ¡comer!.
Esas semanas fueron de orgullo para mi papá porque nos tenía a todos juntos y él se sentía el patriarca de la familia Herrera, pero fue fatal para nosotros los hijos, nos moríamos de la verguenza al vernos las caras y no saber de qué hablar. Todo era silencio extremo entre los hermanos o ruidoso por los regaños de mi papá cuando comíamos demasiado despacio, demasiado rápido, porque hablábamos, porque nos movíamos etc. Creo que mis papás se dieron cuenta de lo penoso que era comer juntos porque nadie tenía de qué hablar y si lo tenía, le faltaba valor para expresarlo así que dejamos de hacerlo. Nosotros no somos una familia que se tiene confianza el uno al otro, aun el tan solo hecho de saludarnos es algo muy penoso y por eso era muy incómodo estar en un lugar tan estrecho, como es la mesa del comedor, viéndonos el uno al otro como completos extraños. Confieso que ahora amo y guardo como un tesoro esa imagen borrosa de mi papá sentado al frente de la mesa sintiendose orgulloso de su familia (mis ojos se cristalizan solo con escribir esto). Mi papá es un hombre que ama tener la familia unida, lo malo es que no tiene idea de cómo hacerlo correctamente, su manera de criar una familia es completamente errónea y contraría a lo que enseña el evangelio, pero siempre he apreciado de corazón sus intenciones.

Mi esposo por otro lado, se crió en una familia donde la iglesia ha formado parte de sus vidas por generaciones y generaciones atrás.
Pero él también tiene recuerdos negativos sobre la costumbre de su familia de comer juntos.
Josh me cuenta de escenas penosas, tristes y desagradables de comer a la mesa con su familia debido a la rigidez de "las reglas en la mesa" por parte de su papá. A pesar de que eran una familia activa en la iglesia y donde los papás amaban a sus hijos, el ser muy rígidos o poco relajados puede hacer que esa hora sagrada de la familia a la hora de comer juntos se vuelva un momento incomodo, penoso, e indeseable. Aun así, mi esposo es muy, muy, muy partidario de la idea de que el comer juntos como familia puede unir y magnificar el amor y la confianza entre los miembros de ella. En mi primer año de casada mi esposo me enseño a borrar mis "inicuas tradiciones de mis padres" (ha ha ha) y con mucha sutileza y sin hacerme sentir mal (como suele hacerlo él a la hora de enseñarme algo), tomaba su plato de comida, lo ponía en la mesa, se sentaba y me decía con amor: Mi reinita, ¿Le gustaría apagar el televisor y venir a acompañarme a comer? Es que no quiero comer solo y me gusta platicar con usted. Lo hacía todos los días hasta que yo desperté de mi seguedad y capté lo que él, con tanto amor, trataba de enseñarme. Lo entendí y lo adopté como una tradición familiar desde antes de ser mamá.
Mi esposo me enseñó a tomar la hora de la comida como un arma poderosa para las parejas sin hijos y con hijos porque ayuda a unirnos, sirve para enseñarnos el uno al otro, conocernos mas, fomentar una buena amistad como pareja y como hermanos, padres e hijos, sirve para compartir y es un momento para divertirnos como familia o pareja.

Creo que hay hijos que sienten que la mesa se convierte en una vitrina que expone todos sus errores y movimientos en falso que dan. Un lugar penoso y donde los regaños estarán a la orden del día. La mesa se vuelve como una prisión, no se sienten libres ni cómodos, sino observados con lupa y ya amenazados y hasta condenados desde antes de cometer o siquiera pensar en cometer el delito.
Creo que para los padres es como la oportunidad perfecta para tener controlados a los hijos, corregir o criticar cada error que cometan debido a que la mesa es un lugar tan estrecho que pueden darse cuenta de cada movimiento de sus hijos. Es como que se sintieran los amos de verdad por una hora.
Algunos padres son demasiado rígidos con los modales o las reglas en la mesa. No digo que si los niños empiezan a tirarse cucharadas de comida el uno al otro los papás deban unirse a la guerra de comida  también para hacer la hora de la comida mas divertida o que no deben enseñar a los hijos que eso no se hace, ¡pero vamos! tampoco vayamos al otro extremo de ahogar a los hijos y asfixiarlos con tanto protocolo o seriedad.
Cena familiar no es estar todos los miembros de la familia sentados en la mesa del comedor, ni estar todos juntos en una misma habitación viendo el partido de football, o las telenovelas, es algo mas que eso, algo mas sagrado.

Creo que debemos procurar buenos hábitos al comer en la mesa como familia, y no estoy hablando de modales, sino interactuar el uno al otro, conocerse mas, contar experiencias, REIRSE, jugar, leer, ver algo y comentar, preguntar y responder, enseñar y no solo criticar, reconocer esfuerzos y éxitos, felicitar, dar ánimos, ayudar y agradecer, amar y recordar, hacer bromas y contar chistes, hasta jugar con la comida y no solo comerla. Mostremonos relajados en la mesa, hagámosle saber a nuestros hijos que allí pueden ser y queremos que sean ellos mismos.

Fomenta un ambiente de jerarquía y no de monarquía a la hora de sentarse a comer a la mesa como familia.

Les recomiendo estos artículos y discursos que leí después de escribir este post para que sepan la opinión de los líderes de la iglesia en cuanto a comer como familia:

"Una mesa rodeada de amor familiar" por Legrand R. Curtis
Bueno, Mejor, Excelente, por Dallin H. Oaks, Punto ll, quinto párrafo.
 Y un artículo en Univisión que habla sobre las estadísticas que mencionó el Elder Oaks de hijos que son menos propensos a caer en drogas por comer en la mesa: Comer en familia previene adicciones

Hagámosle saber a nuestros hijos que en la mesa
pueden ser, y queremos que sean, ellos mismos.



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